LINEA DE BASE Y CARACTERIZACION DE ACTORES, PROCESOS Y EXPERIENCIA DE ORGANIZACION JUVENIL EN BUCARMANGAALCALDIA DE BUCARAMANGA – FUNDACION PARTICIPAR
Contrato de mínima Cuantía # 124 de Diciembre 22 de 2008
DOCUMENTO FINAL RESUMEN
En general, según cifras del Dane la población joven entre los 14 y 24 años (rangos de edad de los cuales se dispone proyecciones por edades simples) esta disminuyendo ya que pasó de 112.631 en el año 2005 a 107.295 en el año 2008. Acompañada de esta disminución en número, también se ha presentado una disminución en su participación porcentual ya que pasó de representar 21,8% del total de la población para el año 2005 a 20,6% en el año 2008.
En cuanto a su distribución especial; el 39% aproximadamente de los jóvenes residía en las comunas Oriental, Norte, San Francisco y García Rovira con una participación de 12%, 9.8%, 9%, 8.2% respectivamente.
Dentro del contexto del trabajo se acepta que no cualquier grupo o reunión de jóvenes puede asumirse como una organización juvenil y ello es así dado los supuestos de los cuales se parte:
Las organizaciones juveniles se circunscriben dentro del conflicto social de tipo generacional, que se da entre los jóvenes y los adultos quienes están vinculados por relaciones de poder.
Las organizaciones juveniles son una manifestación de las acciones sociales colectivas permanentes de los jóvenes, orientadas a enfrentar condiciones de desigualdad, exclusión o injusticia frente a los adultos que tienden a ser propositivas, inscribiéndose en la dinámica de construcción de consenso y no imposición violenta.
Las organizaciones juveniles en cuanto tales, como expresión de las reivindicaciones de los jóvenes, buscan ganar autonomía frente a los adultos, para proponerse sus propios fines y hacerlos públicos sin presiones.
A partir de allí definimos a las organizaciones juveniles como un grupo de personas entre los 14 y 26 años que se auto identifican como jóvenes. Tal identidad o modo de cohesión se traduce en una forma organizativa que tiene un liderazgo visible, una estructura específica que si bien no formal si de hecho, unos objetivos en común para cuyo logro se ha excluido el uso de la violencia y cierto grado de autonomía frente a los adultos.
Se contactaron a 324 instituciones u organizaciones comunitarias distribuidas así: religiosas 63, colegios de bachillerato 91, Juntas de Acción Comunal 147, universidades 6, organismos de estado 5 (ICBF, Policía Nacional, Secretaría Municipal de Salud, CDMB, Bomberos), partidos políticos 3, organizaciones de población vulnerable 3 (Mujer, Afrocolombiano, Desplazados) y ONG´s internacionales 3 y otros 3.
En este contexto se encontraron 95 grupos de los cuales se caracterizaron 50, ya que por ejemplo el ICBF tiene 45 clubes juveniles, pero como existen unos lineamientos generales para todos se caracterizó uno y de la UIS existe una gran diversidad en cuanto a organización, pero se caracterizaron 5. En el caso de las demás se caracterizó a todas aquellas de las cuales las instituciones suministraron información.
Los grupos no se caracterizaron por el tipo que de actividades que realizan ya que por ejemplo los clubes juveniles y los del barrio, además de actividades deportivas realizan actividades de beneficencia, de celebraciones etc. Se toman de acuerdo a los entornos en los cuales están relacionados.
Así mismo a aquellas que tenían una fuerte connotación a nivel de los barrios o comunas tales como las instituciones de bachillerato, las JAC y las instituciones religiosos se indagó por otros aspectos relacionados con la seguridad (ya que esta caracterización se da en el marco del diseño de la estrategia de prevención de la delincuencia juvenil) tales como la presencia de pandillas en los barrios o dentro de la institución educativa y su percepción sobre la seguridad del barrio en el cual tienen la sede.
Estos fueron algunos de los resultados:
Las instituciones educativas de bachillerato tienen dentro de su interior situaciones que pueden ser asociadas a la criminalizada y la violencia, razón por la cual se puede afirmar que no se están haciendo de muro de protección sino que vive los problemas que aquejan la sociedad, muchas veces con la mirada indiferente tanto del Estado como del resto de la comunidad.
De las 91 instituciones encuestadas 20,9% informó que tenía conocimiento de estudiantes miembros de pandillas en la institución, el 4,4% informó que en los últimos 3 años se presentaron casos de estudiantes con armas de fuego y 46,2% con armas blancas. Así mismo el 12,1% informó que se han presentado casos de profesores amenazados en su integridad física por estudiantes y un 6,6% informó que se habían presentado heridas graves por riñas entre estudiantes.
Como una aproximación al conocimiento que se pueda tener en los barrios con algunos aspectos relacionados con la delincuencia juvenil en el gráfico 2, lado izquierdo se muestra que de los líderes comunales que se entrevistaron en este estudio, el 43% informo conocer de la presencia de pandillas en su barrio y el 62% considera que su barrio es muy inseguro o inseguro. La anterior percepción de los líderes llama la atención ya que la mayor parte de los delitos llevaban una tendencia ascendente especialmente entre el año 2005 y el año 2007 y lograron una disminución importante durante el año 2008 véase por ejemplo las lesiones personales y el hurto a las personas.
En cuanto a la delincuencia juvenil, se muestra que del total de capturados el 30,1% (6464 personas) se encontraban en el rango de edad de 14 a 17 años y un 31,9% (6861 personas) en el rango de edad de 18 a 26 años, para una participación de 62% en el total de capturas. Aunque la participación en la comisión de delitos de estos dos rangos es similar, es necesario tener en cuenta que la población entre el rango de 18 a 26 es 2,5 veces mayor que la población en el rango de 14 a 17años. Llama la atención la participación 606 niños entre 7 y 14 años como protagonistas de actos delincuenciales.
Visto por trimestres, el número de capturados en el rango de 14 a 17 tiene un marcado comportamiento ascendente que empieza con 169 jóvenes capturados en el primer trimestre del 2004 y alcanza un pico en el segundo trimestre de 2008 de 681 a partir del cual comienza a descender de manera de manera importante. En el rango de 18 a 26 años y de 27 a 55 años se observa una tendencia descendente siendo más marcado en este último.
A medida que se incrementa el rango de edad, la participación en los diferentes tipos de delitos es mas dispersa, mientras que en el primer rango de edad, menores de 14 años y de 14 a 17 años el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, concentra el 50% de las capturas, seguido por el hurto a personas con un 23,2% y 25,5% respectivamente. En otras palabras, más del 70% de las capturas estarían explicados por la comisión de estos dos tipos de delitos.
En el rango de 18 a 26 años y en el rango de 27 a 55 años, el delito que tiene mayor participación es el hurto a personas con 32,3% 20,9% respectivamente y el tráfico, fabricación y porte de estupefacientes con 20,1% y 17,5% respectivamente, valores inferiores a la participación de los rangos de edad anteriores.
CONCLUSIONES
A partir de los todos los datos anteriores se pueden sacar las siguientes conclusiones:
El incremento de la delincuencia en juvenil, según el número de capturados esta explicado por la mayor implicación de los jóvenes de 14 a 17 años en el delito de tráfico porte de estupefacientes.
Al analizar el comportamiento de la capturas por series de tiempo, se encuentra que la población de 18 a 26 años tiene un comportamiento muy diferente al de la población de 14 a 17 años, pero si muy parecido al rango de 27 a 55 años, lo cual hace pensar que, en términos de una política de seguridad ciudad:
No se deben agrupar en un mismo grupo de “jóvenes” siguiendo el marco de la ley, a la población de 14 a 26 años. Si no que se debe diferenciar entre los menores de 18 años y el resto.
En esta medida consideramos que las políticas que se implementen para la población de 18 a 26 años deben seguir la misma directriz de la política de seguridad ciudad general ya que; si bien puede que tenga características diferentes a la población de 27 a 55 años, estas diferencias no tienen una incidencia significativa en términos de los comportamientos de las capturas.
Si el grueso del problema de delincuencia juvenil se encuentra en el rango de menores de 18 años, pero especialmente el de 14 a 17 años y el problema está asociado con los estupefacientes, consideramos que el escenario de intervención no deberían ser propiamente las organizaciones juveniles (aunque iniciativas como las de los clubes son muy importantes), sino las instituciones educativas mediante una estrategia sería e integral, primero disminuyendo la deserción (que de hecho es obligación del Estado), segundo logrando un mayor conocimiento sobre las situaciones que se están evidenciando en los colegios en términos de violencia y criminalidad. Esta estrategia debe ir acompañada de una intervención de la policía que se concentre en combatir a los grandes y medianas redes de distribución de droga en la ciudad.